¡Que sigan los CAJ!
/Todos los sábados los chicos iban a la escuela. A jugar, a hacer amigos, a aprender y a construirse en comunidad. Todos los sábados la escuela dejaba de ser ese lugar obligatorio para pasar a ser el espacio de confianza, contención y libertad en el que los chicos se expresaban. A través de la música, la pintura, la radio o el deporte, el patio de las instituciones educativas se transformaba en un mundo por descubrir. Y allí la pedagogía se hacía la fiesta. Los Centros de Actividades Juveniles (CAJs) albergaban a los adolescentes para que se animen a decir, con profesores jóvenes y entusiasmados por alejar la idea de la escuela como un lugar aburrido y deprimente. “El CAJ es la inclusión que necesitamos. Es un espacio donde todos somos familia y cualquiera es bienvenido”, dice Maximiliano Soria, joven estudiante participante del CAJ.
La realidad es que hoy el programa se está desmantelando. Desde 2015 los coordinadores y talleristas cobran el mismo sueldo. Además, el programa que inició a cargo del Ministerio de Educación de la Nación pasó a estar a cargo de Provincia desde el año pasado. De hecho, en muchas provincias argentinas el CAJ desapareció. Por su parte, el referente provincial del CAJ en Tucumán, Walter Serrano, aseguró la continuidad del programa, pero bajo ciertas condiciones de precarización. La falta de presupuesto para el pago de los coordinadores y talleristas como así también para la compra de materiales dan cuenta de esto. “El CAJ viene a enriquecer la trayectoria educativa de muchos de los jóvenes. Es un espacio donde se promueve el protagonismo y el empoderamiento de los jóvenes. Es un lugar donde se construye la ciudadanía reconociendo derechos y deberes”, dice Laura Avendaño, coordinadora de un CAJ.
Reunidos en asamblea, los chicos participantes del CAJ se organizaron para exigir la continuidad del programa. Así decidieron mostrar lo que se vino haciendo y contar a la sociedad cómo el espacio ayudó a muchos jóvenes a elegir su vocación, mejorar su autoestima, terminar la escuela o, simplemente, generar lazos. Se trata de un movimiento a cargo de los propios adolescentes que asistían cada sábado al CAJ, para sostener el espacio y defenderlo. “La comunidad no pudo ver lo que hacíamos nosotros. No conoció lo que venimos trabajando en guitarra, murga, radio y todas las actividades. Es importante mostrar lo que significa el CAJ para nosotros y el trabajo de los coordinadores y talleristas en la pedagogía sobre nosotros y lo que nos transmiten”, explica Maxi.
Hace una semana se realizó una muestra en la plaza Independencia de la capital de Tucumán para visibilizar la situación. Allí se encontraron casi todos los CAJ de la provincia y se realizó una radio abierta que dio paso a la presentación de la Murga de la Escuela Bartolomé Mitre de Tafí Viejo, la cual forma parte de las orquestas del Bicentenario. A esto se sumó una batucada que repartía panfletos y levantaba carteles con el hashtag #QueSiganLosCAJ. De esta actividad también participaron el MusiCAJ, representantes del Centro de Actividades Infantiles (CAI) y las orquestas del Bicentenario. También se presentaron bandas musicales conformadas dentro de los programas como La pesada del CAJ, que se conformó en la Escuela Media Fernando Pedro Riera.
“El CAJ es educación y la educación es un derecho que nadie puede quitarnos”, expresa Maxi respecto a la situación que están atravesando los programas. Y con esto hace referencia a la defensa que hacen los adolescentes de su espacio. De ese lugar que los empoderó y los acompañó en su crecimiento como sujetos de derechos. "Ante este pedido y llamado de los chicos para que continúen los CAJ, los coordinadores y talleristas estamos acompañando. Nos sumamos a este defender de sus derechos, de lo que es propio y suyo”, dice Laura. Con estas palabras invita a los educadores a acompañar a los chicos en esta lucha. Porque se trata, justamente, de defender aquello de lo que se habla en cada escuela y en cada sábado: “La bandera que ellos tienen es la bandera de la educación”.