Yerba Buena: Una ciudad pensada por pocos, para pocos

FOTO ARCHIVO LA garganta poderosa

La falta de espacios de uso público en la ciudad de Yerba Buena es un hecho que va a contramano del eslogan del Municipio y sus políticas públicas. Esto afecta a la comunidad en general, pero con más fuerza a los sectores populares que se ven encerrados entre muros de countries y megaemprendimientos comerciales exclusivos. 

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Sin duda Yerba Buena es una ciudad favorecida por el clima y por su ubicación a los pies de una cadena montañosa verde, como es el cerro San Javier. Pero el municipio cuenta con menos espacios verdes públicos de los que aparenta. Tiene un conjunto de menos de una decena de plazas, un parque cerrado pequeño y un par de rotondas que son usadas como plazas. El resto de espacios verdes los provee la Universidad Nacional de Tucumán o son privados. En proporción, el municipio cuenta con veinte veces menos espacios verdes que la dimensión total del parque Guillermina. Lo que le queda a la comunidad para encontrarse, más allá de estos pocos lugares, son espacios comerciales, como shoppings.

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La falta de una planificación adecuada 

Desde perspectivas urbanistas y sociales, el crecimiento desordenado y sin una planificación urbana que incluya las necesidades de todos los habitantes produce un impacto claramente negativo. En Yerba Buena, el avance desproporcionado de barrios privados cerrados, countries y megaemprendimientos inmobiliarios y/o comerciales exclusivos generó una fuerte fragmentación socio-espacial que divide a los distintos grupos que forman parte de la ciudad.

Paula Boldrini, arquitecta e investigadora del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (INTEPH, CONICET - UNT), explica que “en el municipio de Yerba Buena, con el gobierno de estos últimos ocho años, han habido personas con una formación académica adecuada para el manejo de la planificación urbanística. Sin embargo, toda nuestra provincia, y en particular el área metropolitana, carecen de una planificación con la amplitud y la profundidad que debiera tener." 

Boldrini destaca los avances en esa dirección, como el establecimiento de normativas para detener el crecimiento urbano hacia la sierra, aunque esto, advierte, "no ha detenido el uso del espacio de su administración, que ya está totalmente urbanizado. No ha logrado detener el proceso de densificación y ha privatizado espacios. En ese sentido hay mucho espacio público que se ha ido cediendo, en algunos casos en forma de comodato y después eso quedó en manos de los privados. Eso, incluso, es de una gestión anterior”. 

Una pérdida significativa fue Campo Norte, un predio del B° Viajantes que fue cedido al Club Tucumán Rugby por el Gobierno Provincial en el año 2011. Según este acuerdo, el club permitiría el uso de las instalaciones a las instituciones educativas y ONG de la zona, algo que nunca sucedió. En la actualidad, ese espacio que era funcional a la contención de niñas, niños y jóvenes de la zona, se encuentra cerrado para el uso exclusivo de los socios de Tucumán Rugby.

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Territorio fragmentado

En la actualidad Yerba Buena pareciera estar constituida por muros, barreras que no aportan al desarrollo de una ciudad, dificultando el intercambio entre sus habitantes. 

Matilde Malizia, trabajadora social e investigadora del INTEPH, CONICET - UNT, explica: “El establecimiento de las urbanizaciones cerradas fragmenta el espacio de la ciudad y, a su vez, segrega a los distintos grupos. Esto tiene consecuencias negativas para el desarrollo urbano en términos generales, porque no fomenta la cotidianidad en la que se podrían encontrar las personas al transitar por las calles, que es el espíritu originario de las ciudades. Para los grupos que viven dentro de las urbanizaciones cerradas sienten que han mejorado sus condiciones de vida, con mejores condiciones de seguridad. Ahora, para los que viven afuera, eso es muy variable. En general lo que terminan haciendo este tipo de urbanizaciones es provocando una profundización de la desigualdad entre los diferentes grupos en el territorio”.

En ese contexto, un caso clave para entender esto es el de la Vía Diagonal Norte, una ruta por donde pasaba el tren antes del cierre de los ingenios, en donde existe un barrio popular rodeado, literalmente, por muros de countries. Allí, durante más de cinco décadas, la vecindad cuidó y mantuvo el predio conocido como “El Sapito”, un espacio que utilizaban para la práctica de deportes y otras actividades comunitarias. Sin embargo, al tratarse de un terreno privado -en el que se proyectaba la construcción de un barrio exclusivo con cinco torres de planta baja y cuatro pisos, además de una zona de amenities-  desde el año 2017 se encuentra en litigio: el estado municipal, luego de declararlo “de utilidad pública sujeto a expropiación”, no le ha dado prioridad para invertir en la compra del mismo. 

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Sobre este caso, Paula Boldrini dice: “Desde lo general ha ido reduciéndose ese espacio de uso público, hasta lo puntual, como este tipo de litigios en los que la comunidad que pertenece a los sectores populares no puede gestionarse por sus propios medios y con su capital financiero comprarse un terreno que tenga espacio verde o vivir en una urbanización cerrada que tenga amenities y, entre esos amenities, tenga actividades de esparcimiento al aire libre, sobre todo estos sectores lo van perdiendo”. Y agrega: “Ahí es donde el Estado, en toda su forma, nacional, provincial o municipal, debiera operar y finalmente no lo está haciendo”.

Yerba Buena parece haberse convertido en un lugar donde, quien tiene la posibilidad de pagar goza de más verde y aire puro, mientras que el vecino de un barrio vulnerado que, entre otras problemáticas, vive hacinado y tiene que acostumbrarse a vivir extramuros. Faltan todavía políticas públicas para que deje de ser una ciudad exclusiva y pueda garantizar el bienestar de todos sus ciudadanos.