Ante el desfinanciamiento, lucha y organización

Foto de Angélica Zelaya | La paLTA

Son las 10.30 de un lunes 14 de octubre. Estudiantes, docentes y no docentes comienzan a llenar el Espacio Cultural de la facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Algunos llegan solos, otros en grupos. Se sientan en los asientos que están distribuidos por el lugar y también en el piso. “¿Cómo nos vamos a organizar?”, “¿Hay toma?” se escucha por momentos.

La presidenta del Centro de Estudiantes pide silencio y da por inicio la primera asamblea interclaustros, tras la oficialización del veto del presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario. Durante más de dos horas, se debaten ideas, se plantean posturas, se mociona y se vota. La decisión es clara: comenzar una toma activa por tres días.

Comienza la organización. Se conforman las comisiones de seguridad, comida, limpieza e higiene, coordinación de actividades y comunicación. Alrededor de 50 estudiantes pasan la primera noche en la Facultad.

La mañana del martes se llena de pupitres. Pupitres fuera de las aulas, en los merenderos y en la vereda, listos para comenzar con las clases públicas y talleres. “Facultad tomada en defensa de la educación”, se lee en la entrada y al cartel lo acompaña un parlante.

Por las redes sociales se difunde un cronograma con las diferentes actividades de ese día, porque la toma activa implica no vaciar la Facultad. “(A la toma) uno la hace desde la convicción de que quiere seguir estudiando y mantener sus trayectorias estudiantiles. No es que lo hace por diversión, sino pensando en que está en juego el derecho a la educación superior”, dice Agustina Pérez, presidenta del Centro de Estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras.

Foto de Angélica Zelaya | La paLTA

Durante la noche, más estudiantes se acercan con sus mochilas y bolsas de dormir. Se sientan en los merenderos y, entre risas comparten mates y charlas, mientras esperan por la olla popular. A un costado, la comisión de comida enciende el fuego y corta verduras para preparar guiso de arroz. De fondo se escucha el canto “Universidad de los trabajadores y al que no le guste, se jode”. La noche avanza. Un grupo prepara los pupitres para las clases del día siguiente, mientras, otro acomoda los colchones en las aulas para pasar una noche más.

“Una toma activa con clases es un esfuerzo mucho mayor. Es tener que levantarte de dormir en el piso y entrar a un aula donde tenés clases. Antes pensaba que era insostenible y hoy creo que esta modalidad es muy alentadora”, dice Juan Albornoz, estudiante de Ciencias de la Educación. Cuenta, además, que en un principio las contradicciones no tardaron en aparecer, pero que hoy se vive un ambiente de lucha colectiva.

Un grupo de seis estudiantes de la carrera de Historia toman mates y cuentan que se trata de su primera toma. “Se ha visto mucha unidad”, dice Paula Garat y menciona que también participó de asambleas anteriores y de clases públicas. “Espero que la toma no sea algo que empiece y termine o quizá sí, pero que no termine ahí la lucha”, agrega.

Foto de Angélica Zelaya | La paLTA

Un intento de provocación

Por los pasillos, desde temprano, se escucha el ruido de bancos arrastrados, risas y pasos. Ese miércoles las clases se darán en uno de los carriles de la Avenida Benjamín Aráoz, frente a la Facultad. La medida de fuerza fue comunicada previamente a la Comisaría 11, a la Guardia Urbana Municipal y a la seguridad del Centro Prebisch.

Dos policías se acercan al lugar, luego otros más. Filman y levantan de manera violenta los bancos de la calle. Les estudiantes no responden a las agresiones y trasladan sus cosas a la vereda. “Fueron situaciones muy angustiantes, que fogonearon un poco los enojos, pero rescato que pudimos utilizar toda esa bronca y convertirla en organización”, comenta Agustina. Y agrega: “Querían provocarnos desde el gobierno provincial para tener un titular o video de que las tomas son de estudiantes violentos, que toman la facultad por la fuerza. Cuando está todo realmente alejado de la realidad, de lo que está pasando en la facultad de Filosofía y Letras, que es una toma pacífica”.

Foto de Angélica Zelaya | La paLTA

Paro y movilización

El jueves, comienza el paro nacional universitario, convocado por el Frente Sindical de Universidades Nacionales, y los carteles, pupitres y pizarras se instalan en plaza Independencia. Las facultades de Filosofía y Letras, Artes, Derecho y Ciencias Naturales dan inicio a sus clases a las 9 y son la previa a la tercera marcha federal universitaria en defensa de la educación pública. Por momentos, algunas cabezas se asoman en las ventanas de la casa de Gobierno.

A las 6 de la tarde estudiantes, docentes, no docentes y organizaciones llegan al Rectorado de la UNT para empezar la movilización y al grito de “Jaldo traidor, gorila y dictador” se dirigen hacia plaza Independencia.

Luego de una semana, los cuerpos están cansados y las ojeras comienzan a aparecer, pero la lucha por el presupuesto y mejoras en los salarios continúa. El viernes, en la segunda asamblea interclaustro, se decidió dar un receso a la toma y acompañar las medidas de visibilización de los demás estamentos. “La pata más importante y fundamental de estas medidas es la organización de la misma comunidad estudiantil, por más que hayan comentarios acerca de que haciendo esto no logramos nada porque al presidente, al gobernador, a los diputados no les interesa. El gran objetivo es lograr un impacto social y creo que sí lo hemos logrado”, concluye Agustina.