Carlos Fuentealba, juicio y castigo

Imagen: Wikimedia

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Carlos Fuentealba fue asesinado el 5 de abril del año 2007 en una ruta de la localidad de Arroyito, provincia de Neuquén. El entonces gobernador, Jorge Sobisch, había ordenado reprimir la medida de fuerza llevada adelante por los maestros. Después de un mes de huelga los docentes decidieron realizar cortes de ruta en puntos estratégicos de la ciudad, como una manera de intensificar el reclamo de reivindicación salarial que venía siendo desoído por las autoridades. Hasta el momento, para la Justicia, el único responsable es el cabo Darío Poblete por haber disparado la granada que provocó la muerte de Fuentealba. Sin embargo, actualmente se encuentra abierta la causa "FuentealbaII" donde se busca determinar las responsabilidades políticas de este asesinato. Según declaraciones de Sandra Rodríguez, viuda de Fuentealba, la causa se encuentra trabada y se espera que en la próxima semana la Cámara de Apelaciones de Neuquén defina si se continuará o no con las investigaciones.

De acuerdo al sentido común el responsable político  tiene nombre y apellido. Ese sentido común  parece estar ausente en los tribunales neuquinos ya que fue el mismo ex gobernador el que en reiteradas ocasiones admitió haber ordenado la represión y estar al tanto de lo que ocurría. Esta es una muestra más de cómo cuando la  justicia está antecedida el poder político "el hilo se corta por lo más débil".

Si bien algunas figuras políticas tomaron distancia de Sobisch después de abril del 2007 (como Mauricio Macri), otros, Jorge Blumberg entre ellos, lo siguieron apoyando sin mayores miramientos. De hecho en la actualidad Sobisch es el presidente del Movimiento Popular Neuquino (MPN), partido que lo llevó a la gobernación entre 1999 y 2007. Es así como quien no tiene reparos en admitir ser responsable de la represión, quien sostiene que no se equivocó en sus decisiones, goza de su libertad y de sus privilegios políticos. Mientras tanto, las investigaciones por la causa Fuentealba II no avanzaron demasiado a lo largo de estos 5 años.

En el discurso presidencial de apertura de sesiones 2012 la presidenta de la Nación se refirió a los docentes. Los trató, cuanto menos, de privilegiados por tener 3 meses de vacaciones y cuatro horas diarias de trabajo solamente cinco días a la semana. Esas palabras, que para algunos fueron una equivocación y para otros evidencia de que "lo popular" es solo una postura política, tampoco colaboran a hacer justicia aunque sea desde lo discursivo.

Carlos Fuentealba fue un maestro que perdió su vida reclamando lo que creía justo, que confiaba en las garantías que la democracia debería brindar. Fue uno de esos maestros que seguramente trabajaba mucho más que cuatro horas y que debía asistir a la escuela hasta la segunda semana de diciembre para terminar de evaluar y presentar planillas. Que la primera semana de febrero ya estaba presentando programas, proyectos, carpetas, dando clases de apoyo a los que debían rendir antes que las clases empiecen. Carlos Fuentealba es hoy sinónimo de docencia y más allá de asesoramientos políticos, se merece respeto y no olvido. Pero principalmente se merece que se juzgue y se castigue a los responsables políticos y materiales de su asesinato.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar