Tizas y represión

Fotografía de César Cura
Fotografía de César Cura

Siete años pasaron desde que asesinaron a Carlos Fuente Alba. Desde entonces su nombre se convirtió en referente de la lucha docente. Maestro, sindicalista, militante socialista. El reclamo por las reivindicaciones docentes lo había llevado a cortar la ruta y fue allí, en pleno corte, donde la Policía le causó una herida mortal. Fue el 4 de abril del 2007 en la ruta 22 a la altura de la localidad de Arroyito, en la provincia de Neuquén. Carlos se retiraba de aquel corte, junto a sus otros compañeros, luego de una negociación con la Policía. La misma policía que un momento antes los había reprimido con balas de goma, un camión hidrante y gases lacrimógenos por orden del entonces gobernador de la provincia Jorge Sobish. Mientras los maestros desalojaban el lugar se reanudó la represión. Un cartucho de la granada de gas lacrimógeno disparada por José Darío Poblete le ocasionó la herida que le costaría la vida.

Siete años después, en Tucumán, los enfrentamientos entre la fuerza policial y los docentes siguen dejando heridos. El pasado 3 de abril los maestros nucleados en la Unión de Docentes Tucumanos (UDT) intentaron establecer una carpa en la plaza Independencia. La actividad fue impedida a fuerza de golpes y, según expresaron los manifestantes, hirieron a más de una decena de maestros. “Hemos presentado una denuncia penal en contra del gobierno por lo que pasó”, sostuvo Carlos Arnedo, miembro de UDT. Después de los incidentes, los docentes realizaron un acta donde manifiestan su rechazo al convenio salarial firmado durante las paritarias docentes. “El acuerdo firmado tiene trampas”, denunció Teresa Ramallo (UDT). “El aumento es mentiroso, no es el 30% como prometieron”, sostuvo Mabel, una de las maestras que se encontraban en la plaza.

Los maestros que no se sienten representados por el Frente Gremial Docente (FGD), con el que se negoció el convenio salarial, continúan con medidas de fuerza. Después de varias asambleas decidieron realizar un paro por 48 horas y un acto frente a la Casa de Gobierno el jueves 3. El paro tuvo una adhesión dispar. El acto culminó con golpes y gas pimienta. “Un aplauso para la Policía que nos viene a proteger de los delincuentes de la Casa de Gobierno”, había dicho irónicamente Carlos Giménez al llegar a la plaza.

El viernes a las 19.30, los docentes autoconvocados y de UDT realizaron un acto en la esquina de Muñecas y Mendoza. El acto fue en homenaje a Carlos Fuente Alba que desde que fue asesinado la consigna que se repite es “las tizas no se manchan con sangre”. ¿Cómo no recordar el acuerdo salarial al que llegaron los policías a finales del año pasado? Un acuerdo de $8.000 de básico. “Tu sueldo está manchado con sangre”, se dijo, se escribió, se gritó. “Nuestro guardapolvo no se mancha con sangre”, dicen hoy los docentes tucumanos. Y siguen una lucha que los encuentra divididos por las internas gremiales, pero con el mismo reclamo para todos, más allá de esas diferencias.

Carlos Fuente Alba, como se dijo al comienzo, es hoy referente de la lucha docente. Pero también lo es del accionar represivo de una institución, uno de los brazos armados del Estado. Si los reclamos son justos o no lo son, si las medidas son las correctas o no, si las diferencias internas de los gremios son oportunistas, son discusiones que aquí poco importan. El accionar violento para impedir manifestaciones públicas que además son pacíficas no se justifican. Y desde el 2007 hasta hoy, desde Neuquén hasta Tucumán, queda claro que aunque muchas cosas hayan cambiado, otras tantas necesitan un cambio mucho más profundo.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar