Cuando la medicina se convierte en delito
/Foto: Marianela Jeréz | La Palta
A fines de 2023, la casa de Valeria Pérez y Charbel González Saravia se llenó de policías. “Que pasen, que busquen”, le respondió Charbel a la empleada que lo había llamado para avisarle que un grupo de efectivos se habían presentado con una orden de allanamiento. Buscaban, en teoría, un lavarropas robado. Pidió permiso en su trabajo y se fue de inmediato. Cuando llegó a su casa se encontró con un megaoperativo que terminó con una causa por narcotráfico. “Nunca me imaginé lo que iba a pasar, ¿cómo puede ser posible?”, dice el hombre sin perder la incredulidad ante lo vivido a pesar del tiempo transcurrido.
Charbel es un paciente con hemofilia severa y para su tratamiento utiliza cannabis medicinal. En su casa tenía las plantas que le permitían realizar su tratamiento y convivir con una enfermedad crónica que le produce un dolor inenarrable. Cuando la policía se mostró sorprendida ante el supuesto hallazgo, el hombre sacó la documentación que demostraba que estaba inscripto en el Registro del Programa de Cannabis (Reprocann). “Presenté todos los papeles: el Reprocann, el certificado de discapacidad, estudios médicos, y ni siquiera los miraron. Se llevaron todo”, recuerda.
Durante el operativo no se encontró el supuesto objeto robado. Haciendo caso omiso a la documentación que Charbel mostraba desesperadamente, le abrieron una causa por “cultivo ilegal de cannabis”. Se lo llevaron detenido a pesar de los derechos que lo asisten como persona con discapacidad y, durante cinco meses, fue privado de su medicina. “Era como una vela que se iba apagando”, dice Valeria mientras recuerda el dolor que su esposo sufría. “Cuando volvió a acceder al cannabis, caminó desde la mesa del comedor hasta la puerta y me dijo ‘he vuelto a vivir’. Y a mí me caían las lágrimas, porque había quedado privado hasta de su movilidad de tanto dolor”. La semana pasada, la familia fue informada de que la causa se elevó a juicio.
El dolor de la hemofilia y el alivio del cannabis
La hemofilia severa es una enfermedad congénita que impide la coagulación normal de la sangre. Charbel cuenta que, como muchos pacientes de su generación, en los años 90 fue contagiado por hepatitis C a través del mismo medicamento que necesitaba para sobrevivir. “Eso dañó mi hígado. Los hemofílicos no podemos tomar antiinflamatorios no esteroideos ni derivados de opiáceos, porque nos destruyen más el hígado. El cannabis es una alternativa segura porque actúa en el cerebro, sin pasar por el hígado”, explica.
Durante años, investigó y recopiló evidencia científica. Estudió y obtuvo la diplomatura superior en cannabis medicinal y asegura que existen cientos de trabajos internacionales y experiencias clínicas que respaldan el uso de este producto para el manejo del dolor crónico. Incluso desarrolló una tesis pionera en Latinoamérica sobre hemofilia y cannabis medicinal.
El allanamiento fue el detonante para fundar Proteger TTVA, un espacio que acompaña a pacientes y familias, brinda capacitaciones sobre cultivo, fitomejoramiento y derechos, y articula una red solidaria para que nadie quede sin acceso a su tratamiento. “Queremos que si un paciente sufre un allanamiento ilegal, tenga dónde acudir, que pueda acceder a flores para continuar su terapia y que sepa cuáles son sus derechos”, señala Valeria, diplomada en Cannabis Medicinal y Derechos Humanos. Ellos hablan de allanamientos ilegales porque identifican como una práctica común de la policía ingresar a las casas de personas que tienen Reprocann a partir de supuestas denuncias de robo. “¿Cómo es posible que se sorprendan de encontrar las plantas si uno mismo declaró ante el Estado que las tiene y el Estado dio el permiso para ese autocultivo?”, se pregunta Charbel.
Charbel y Valeria afirman que la raíz del problema es la falta de capacitación sobre la normativa vigente tanto de las fuerzas de seguridad como de una parte del sistema judicial. “Un paciente con Reprocann firma una declaración jurada que indica que en su domicilio hay plantas. Y aun así, llegan con una orden de allanamiento y actúan como si fuera un delito. Eso no es un error, es desconocimiento institucional y estigmatización”, subraya Valeria.
Las consecuencias no son solo legales. Durante los meses en que Charbel estuvo sin cannabis, no podía trabajar ni realizar actividades básicas. En otros casos que Proteger TTVA ha acompañado, la persecución policial incluye vigilancia frente al domicilio, amenazas y hostigamiento a familiares.
Un derecho que sigue pendiente
Foto: Marianela Jeréz | La Palta
En Argentina, la Ley Nacional 27.350 regula el uso medicinal del cannabis. El Reprocann habilita a pacientes, familiares y ONGs a cultivar y transportar la planta con fines terapéuticos. Sin embargo, la falta de adhesión provincial o de reglamentación efectiva deja a miles de personas expuestas. Desde la Fundación se impulsa la creación de una mesa consultiva en Tucumán y reclaman la reglamentación de la Ley Provincial 9022, aprobada en 2022 pero aún pendiente de implementación. “Hay una ley nacional y un acta compromiso firmada por todos los legisladores provinciales. Pero seguimos esperando”, advierte Charbel.
También se busca concientizar y romper con la estigmatización. El cannabis medicinal, afirman, es mucho más que un tratamiento, es una herramienta de dignidad. “Hay pacientes con cáncer, con Parkinson, con epilepsia refractaria, que mejoran su calidad de vida. No puede ser que todavía tengan que vivir con miedo por usar su medicina”, sostienen.
Charbel es claro: “A las autoridades les diría que recuerden que la salud está por encima de cualquier prejuicio. El cannabis no tiene dosis letal registrada, y, sin embargo, sigue en la lista de drogas peligrosas. Mientras tanto, medicamentos mucho más riesgosos se venden sin estigma. Hay que cambiar las palabras y los conceptos”.
La Fundación está conformada por un equipo de trabajo interdisciplinar entre los que se encuentran, además de el matrimonio Pérez - González Saravia, el abogado Patricio Char, José Luis Imaín, y Orlando Rivera Sánchez. Además cuentan con el acompañamiento de la médica Josefina Sidán y una red de investigadores del Conicet tanto tucumanos como de otras provincias argentinas. “A veces nos preguntan si no tenemos miedo -comenta Valeria-. Con miedo y todo, lo hacemos. Porque hablamos de pacientes y muchas familias que lo único que quieren es vivir mejor”.