Violencia Ginecobstétrica en Tucumán, una epidemia invisible

Foto: Elena Nicolay | la palta

El Primer Relevamiento Nacional de Atención Ginecobstétrica en Argentina revela una realidad alarmante: el 46% de las personas sufrieron maltrato psicológico, el 31% fueron intervenidas sin consentimiento y más de un tercio recuerdan su experiencia con dolor y sufrimiento. Según la Campaña Nacional en Contra de la Violencia Ginecobstétrica, estos datos no son solo estadísticas, sino violaciones a los derechos humanos con consecuencias físicas y emocionales profundas.

La violencia ginecobstétrica implica un mismo modelo que se replica en diferentes contextos: victimización. La sospecha de criminalización profundiza la desigualdad de género y revictimiza a las mujeres. Soledad Deza, abogada feminista y Presidenta de la Fundación Mujeres x Mujeres, afirma que "la amenaza de cárcel carga consigo el aprovechamiento del lugar de poder para infligir daño".

En Tucumán, los casos de Belén, Yamila y María Magdalena revelan una realidad cruda: todas fueron víctimas de violencia de género. Sus experiencias ginecoobstétricas quedaron marcadas por la violencia de un sistema de salud que las trató como sospechosas antes que como pacientes.

Belén: Del Hospital al Penal

Foto: Ignacio López Isasmendi | la Palta

El 21 de marzo de 2014, Belén llegó al Hospital Avellaneda, en Tucumán, con fuertes dolores. Horas después, sufrió un aborto espontáneo de 22 semanas. En lugar de recibir contención médica y emocional, fue señalada como criminal y condenada por homicidio agravado sin pruebas fehacientes. Belén pasó 29 meses detenida, esposada desde la cama del hospital hasta su traslado a un penal.

María Magdalena: Intervención sin Anestesia y Humillación Pública

María Magdalena, madre de tres hijos, llegó a la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes en 2012. Atravesaba un aborto. Fue interrogada de manera humillante y violenta frente a otras pacientes, intervenida sin anestesia y expuesta ante la mirada de otras compañeras de habitación.

Yamila: 16 horas con su hija sin vida en el vientre

Yamila fue obligada a esperar 16 horas con su bebé fallecida en el vientre en el Instituto de Maternidad y Ginecología Nuestra Señora de las Mercedes. Pese a los pedidos desesperados por una cesárea, le indicaron goteo para inducir un parto vaginal. La directora del hospital no brindó explicaciones a la familia.

La violencia invisible

La violencia ginecobstétrica debe ser comprendida teniendo en cuenta la diversidad. Soledad advierte que "estamos en una coyuntura en la cual las ultraderechas y algunos feminismos transexcluyentes utilizan las violencias obstétricas como un pívot esencialista". Esto puede llevar a la exclusión y marginación de ciertas personas o grupos.

El 17 de mayo se conmemoró el Día Nacional para la Erradicación de la Violencia Ginecobstétrica en Argentina. El objetivo es visibilizar, prevenir, reparar y erradicar toda forma de violencia ejercida sobre mujeres y personas gestantes en el ámbito de la atención de su salud sexual, ginecológica y reproductiva.

La Ley de Parto Humanizado Nª 25.929 establece que estar acompañadas durante el parto es un derecho y que no se debe separar innecesariamente a las madres de los recién nacidos, entre muchas otras cosas. Sin embargo, la realidad muestra que este marco legal es insuficiente para garantizar los derechos de las mujeres y personas gestantes. Deza reflexiona: "Para que haya una política pública necesitamos un Estado garante de ese derecho". ¿Está ocupado el Estado en evitar la medicalización innecesaria de los procesos naturales?, y remata preguntando ¿está dispuesto el Estado a no burocratizar los cuerpos gestantes.

La violencia ginecobstétrica es transversal y no deja afuera a nadie. Afecta a miles de personas en Argentina. A pesar de ser una realidad habitual, sigue siendo invisible para muchos. Los casos de Belén, Yamila y María Magdalena son solo algunos ejemplos de la violencia y el maltrato que se ejerce sobre las personas en el ámbito de la salud pública y privada.