Reconocer la multiculturalidad

Fotografía: AIM

La wiphala ahora flameará en las instituciones públicas de Tucumán porque así lo dice el artículo 149 de la Constitución de Tucumán. La Legislatura provincial aprobó el proyecto de ley presentado por la comisión de Educación y que fue creado con el aporte de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita. “Esto es una gran alegría. Nos convocaron y hemos participado como referentes para alcanzar información para la fundamentación de este proyecto. Fuimos partícipes de esta propuesta, que nace de una comisión que sabe de nuestra lucha, la que venimos sosteniendo desde hace mucho tiempo”, cuenta Delfín Gerónimo, secretario general de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita.

La noticia fue recibida con entusiasmo por los pueblos originarios de Tucumán, aunque todavía esperan el día en que la bandera que vista la provincia sea la de los pueblos diaguitas. “No desconocemos que la wiphala es un símbolo de los pueblos andinos que ha llegado a la actualidad para representar la lucha de los pueblos originarios, de todos los movimientos que hacen a las comunidades. Desde el quechua hasta los hermanos mapuches y otros pueblos, la ven como un símbolo general”, explica Delfín. Así, la wiphala es un símbolo andino que representa la igualdad y la armonía, pero sobre todo en la actualidad está resignificada como la marca que acompaña la lucha de las comunidades originarias del país. Dentro de la cultura andina, los siete colores del emblema tienen un significado que destaca los aspectos más sobresalientes de la cultura originaria. El rojo de la Pachamama; el naranja de la sociedad y la cultura; el amarillo de la fuerza y la energía; el blanco del desarrollo; el verde de la economía; el azul del espacio cósmico; y el violeta de la política e ideología andina.

La nueva ley dice que la wiphala será izada en los actos oficiales y educativos en mástiles separados de las banderas nacional y de la libertad civil. En aquellos lugares donde solo haya un mástil, deberá ser ubicada debajo de las banderas nacionales. “Son actos que representan una mirada que va hacia el reconocimiento simbólico, que no tocan de fondo los problemas de las comunidades, pero que van en el sentido del reconocimiento de la multiculturalidad”, dice el secretario general. Es que si bien la medida es para festejar, no viene a atender los históricos reclamos de los pueblos originarios para que sus derechos sean garantizados por el Estado. La lucha para preservar sus territorios de los terratenientes, por ejemplo, es una problemática de siglos y que para los legisladores no está en agenda. 


Para seguir leyendo