La crisis climática me da ansiedad, ecoansiedad
/foto: mariela de haro | la palta
Scrolleas con el celular tu feed de Instagram y lo único que ves son llamas. Árboles centenarios ardiendo, con una lava roja por dentro. La pantalla está prendida fuego, el celular toma temperatura, o quizás es tu mano. Ese fuego sube lentamente por algún conducto del brazo, por tendones o venas, o quizás es tu cabeza. La respiración se torna pesada, como si estuvieses inhalando cenizas de algún pino correntino, algún pehuén de la Patagonia o una brisa cargada de monóxido de carbono y cianuro de hidrógeno proveniente de Calera, el portal de las sierras chicas Cordobesas. De fondo suena Alan Sutton, “Ya no tengo uñas para masticar, solo este par de ojos que no paran, no paran, no paran de mirar. A la gente con sus ganas de justificar con urgencia su existencia ante todos los demás… Cundirá el pánico, voy a estar bien”. Y recordás que el fuego que sentiste subir por las venas, o el aire pesado que no te deja pensar en realidad es ansiedad. Ecoansiedad.
Desde comienzos de 2025, 150.000 hectáreas de bosques han ardido en el país, dejando a su paso dos muertos, destrucción de casas y pérdidas incalculables en ecosistemas de enorme valor según un informe publicado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
El 29 de octubre de 2024, Valencia quedó bajo el agua, dejando un saldo de 205 vidas, miles de daños y pérdidas materiales. Casi como un efecto mariposa las inundaciones se reproducen en distintos puntos del mundo. Y no siempre están lejos.
Durante la mañana del viernes 7 de marzo de 2025, te despertás y de nuevo agarras tu teléfono: “Cayeron 400 milímetros de agua, casi lo que llueve en un año”, son las declaraciones del intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles. Días después, las noticias anuncian 16 muertos y 109 personas desaparecidas.
Sábado 8 de Marzo, llueve en Tucumán. Los grupos de vecinos de WhatsApp explotan. Videos cómo los que venís viendo, pero ahora a la vuelta de tu casa. Una garrafa prendida fuego circula por la avenida Juan B. Justo, que ya no es solo avenida, ahora es también un río. Las palpitaciones aumentan, te sudan las palmas de las manos y lo único que podés pensar es: “ya que pare”.
La capital tucumana registró en un día las lluvias previstas para todo marzo. “El promedio histórico es de 134 milímetros para el tercer mes del año y durante la mañana la precipitación acumulada fue de 130” explica Cristofer Brito, observador meteorológico.
La ansiedad nos hace humanes
foto: mariela de haro | la palta
Ansiedad y hambre. Ansiedad y falta de aire. Ansiedad y despersonalización Esto que pasa, ¿te pasa solo a vos?
María Pía Diambra Gacioppo es psicóloga, psicoanalista. A demás feminista, bailarina y síndica del colegio de psicólogos de Tucumán. Pía destaca que ansiedad tenemos todes: “Ansiedad y angustia es lo que nos hace humanes”, afirma. Lo que marca la diferencia con los animales, los cuales mediante su instinto, "saben", o cuyo cuerpo los dirige al objetivo que calma esa sensación. “Con nosotres no pasa eso, tenemos que ’darnos maña’ e inventar maneras de canalizar lo que nos pasa”, asegura Pía. Y recalca que cada subjetividad es un mundo, por lo tanto cada respuesta será diferente.
“La ansiedad puede definirse como una señal, un miedo a algo que se supone puede pasar en un futuro, una expectativa que asusta”, afirma. La psicóloga agrega: “Freud dice que es un estado afectivo desagradable y que tiene efectos en el cuerpo. O sea que no es solo psicológico sino que se traduce en taquicardias, temblores, sensación de peligro inminente”.
Lo que no se nombra, no existe
Tanto fuego, inundaciones, desastres climáticos. Te mordés las uñas y te duele la panza. Un grupo de amigues te dice que no es para tanto, es normal, “el ciclo de la tierra”. Pero vos sabés que no, lo has leído y lo dice la ciencia. El Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) lo adelantó antes de terminar el año, y el 10 de enero, tras completarse el registro con todos los meses, el servicio de información del Programa de Observación de la Tierra Copernicus de la Unión Europea lo confirmó: 2024 fue el año más cálido a escala mundial del que se tiene constancia y “el primer año en que la temperatura media superó en 1.5 °C el nivel preindustrial”.
En relación con esto, y volviendo a la ansiedad, los neologismos vienen a poner significados nuevos a situaciones que no se podían nombrar, al menos hasta ese momento. Así es como surge el término “ecoansiedad”.
En el 2019 Glenn Albrecht, filósofo y ambientalista, publica su libro Las Emociones de la Tierra: Nuevas Palabras para un Nuevo Mundo en el que sostiene que se ha perdido la conciencia de conexión profunda y duradera con la naturaleza. Es por eso que, al no tener palabras para expresar la angustia y el dolor que genera el cambio climático y la destrucción del mundo, ha acuñado nuevos términos: como “solastalgia”, que es la angustia por el deterioro del ambiente, “ghedeist”, una afinidad intensa y empatía por otros seres, y “soliphilia”, que refiere a la acción política y solidaria necesarias para ser responsables de un lugar y la unidad de intereses interrelacionados dentro de él.
foto: mariela de haro | la palta
Todos estos, junto con ecoansiedad, son términos que acompañan a un grupo de personas, que aparentan ser cada día más.
Infoxicación, otro neologismo de la era internauta
La infoxicación es una palabra utilizada para referirse a una sobrecarga de información difícil de procesar, otro neologismo de la era internauta.
De acuerdo con el informe “Digital Report 2024” publicado por We are Social, 5300 millones de personas tienen acceso a internet, es decir, el 66% de la población mundial. Hay 4100 millones de usuarios de smartphones y por primera vez se rompió la barrera de los 5000 millones de identidades creadas en redes sociales. En promedio, cada usuario invierte 2 horas y 23 minutos por día en las redes, lo que equivale casi al 10% de su tiempo de vida diaria, incluyendo el sueño.
“Antes se elegía dónde buscar información, qué secciones del diario o de una revista leer, qué canal de tv consumir,"filtraba" ciertos intereses. Hoy eso se presenta de una manera casi violenta en las redes” comenta María Pía, asegurando que las redes sociales son un factor importante a tener en cuenta al momento de determinar disparadores de trastornos de ansiedad. “Scrolleando, de repente, vemos cómo se incendia una casa, un animal lastimado. Situaciones que generan un montante de ansiedad que es difícil de filtrar” afirma Pía.
Ser ambientalista en Argentina, hoy
“¿Dónde vamos a poner el corazón,
cuando toda la tierra esté
fracturada y vendida,
bombardeada y escupida,
quemada y llorando?
(...)
¿Dónde, dónde, dónde habrá
unas manos qué hagan de nidito
para que apoyemos
el último de los corazones vivos
mientras intentamos aprender
a no matar
el territorio?”
En la Argentina de Milei se habla de criptos mientras se prende fuego hasta la desidia. Karina Milei con su presencia en la PDAC, cumbre minera más importante del mundo plantea un antes y un después: su intención es profundizar esta industria sin tener en cuenta el impacto ambiental y mucho menos consenso social. Por supuesto, un tenedor libre económico y tentador para Mark Bristow, CEO de Barrick Gold. Mientras tanto, no existen políticas de prevención, mitigación ni registro de pérdidas o daños en zonas afectadas por los incendios. Se ha desfinanciado la ley de manejo de fuego.
Detienen a brigadistas voluntarios en el Sur, que intentan apagar incendios con baldes, cuerpo e intención, las comunidades resisten, se solidarizan, arman campañas. En la Argentina de Milei, donde sólo rige su ley, ser ambientalista y no estar infoxicade, ser ambientalista y no tener ansiedad es prácticamente (por no decir) imposible.
“En mi opinión, la ecoansiedad, como cualquier tipo de ansiedad, se aborda por la palabra, nombrando y trabajando eso que sentimos y qué es lo que lo provoca”, comparte María Pía. El hecho de que se maneje más información implica también reconocer y registrar cómo estos miedos nos atraviesan y qué podemos hacer para ayudar a que ese futuro no sea tan terrible. “Un ejemplo de esto es la concientización sobre la ecología y la militancia, poder luchar hoy contra discursos que niegan el cambio climático aún sufriendo sus efectos” dice la psicóloga. Para la ecoansiedad, la salida es colectiva.
“Si me dan a elegir entre los bolsos con dólares, los catorce departamentos o la criptoestafa, me quedo con las comunidades del país organizadas enfrentando el fuego”, dice Guillermo Folguera, biólogo, filósofo y militante ambientalista.
La manera de mitigar los efectos del cambio climático en el cuerpo es encontrándose en la calle, en los territorios, con amigues y compañeres.
Algunos tips para manejar mejor tu ecoansiedad:
- Amigate con la ecoansiedad: cuando elegimos reconciliarnos con la ecoansiedad, bajamos un poco las defensas emocionales y conectamos con lo que nuestros sentimientos nos piden que hagamos. No tiene que gustarte la situación en la que estamos, pero sí tenemos que encontrar una manera de enfrentarla en comunidad.
- Actuá local y pensá global: no cargues todo el peso del cambio en tus hombros. Mirá a tu alrededor y pensá qué comportamientos podrías comenzar a adoptar para contribuir a reducir el desgaste del planeta, además de exigir al mismo tiempo a empresas, gobiernos e instituciones que adopten medidas reales, contundentes y eficaces contra la crisis climática.
- Conectá con personas que piensen como vos: cada vez hay más personas sumándose al cambio. Participá en tu comunidad de vecinos y vecinas, en grupos de activismo, en actividades de voluntariado ambiental.
- Formate e informate de manera responsable: cada vez hay más formaciones para aprender sobre la crisis climática e inspirarte con el ejemplo de profesionales y activistas. Por otro lado, evitá infoxicarte.
- Cuidá tu salud: cuidá cuerpo y mente para evitar cualquier tipo de ansiedad. Dormí, adoptá una alimentación saludable, hacé ejercicio y acudí a un especialista siempre que lo necesites.