Hay lugar para uno más

Tragedia de Once

Imagen: Beatrice Munch

Nadie espera subir a un tren y morir. Nadie espera ir a buscar el cuerpo de un familiar a un tren que parece una lata de gaseosa aplastada, ni pedir la cabeza de 29 infelices que por corrupción, complicidad o inutilidad cargan con 51 muertes en el lomo desde el 22 de febrero de 2012. Nadie. Ni siquiera Vanesa Toledo, que perdió a su madre Graciela Díaz en las vías traicioneras de la muerte.

Y si bien en el juicio que comenzó esta semana por la tragedia ferroviaria de Once se pide la cabeza de los ex secretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, de los hermanos empresarios Cirigliano y del maquinista Marcos Córdoba, entre otros, a los familiares de la tragedia les queda gusto a poco. Sienten que en el banquillo de los acusados hay lugar para uno más, uno que esquivó el dedo acusador de la Justicia.

"Falta sin dudas el ministro de Planificación Julio De Vido", dice Toledo en el Foro Argentino de Radios Comunitarias. Recarga automáticamente. "Algunos de los procesados respondían a él. No podía no estar al tanto de lo que se estaba haciendo y de lo que se estaba omitiendo". De Vido ni siquiera fue llamado como testigo.

El motor es la búsqueda de Justicia. La idea de evitar que esto le vuelva a suceder a todos aquellos que toman el tren por que no les queda otra opción, y aún sabiendo que están atados con alambre. Toledo se volvió una especialista en la materia y jura que nada cambió. Ni siquiera en la actitud de un Gobierno que sólo levantó el teléfono una vez y para echarle nafta a un infierno que nada tiene que envidiarle al de Dante.

"Los únicos llamados que recibimos fueron del ministerio de Transporte, de parte del señor Randazzo, para saber si necesitábamos algo. Para los que la necesitaran, tenían que entrevistarse con él. Lo rechazamos. No tenemos nada que hablar con él que no debe saber la sociedad", relata Vanesa.

Habla de una sociedad que le pone un ojo al juicio y quizás debería ponerle los dos. No es el centro de la atención pero al menos por un momento debería serlo. La impunidad no afecta a 51 muertos y a 700 golpeados. La impunidad les pega a todos.

Mauro Schrotlin