Hay lugar para uno más
/Nadie espera subir a un tren y morir. Nadie espera ir a buscar el cuerpo de un familiar a un tren que parece una lata de gaseosa aplastada, ni pedir la cabeza de 29 infelices que por corrupción, complicidad o inutilidad cargan con 51 muertes en el lomo desde el 22 de febrero de 2012. Nadie. Ni siquiera Vanesa Toledo, que perdió a su madre Graciela Díaz en las vías traicioneras de la muerte.
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