Quieren correrlos para ampliar un country, pero ellos resisten

Fotografía de Marianella Triunfetti | La Palta

Los vecinos de la Colonia de Chazal resisten y aseguran que seguirán así hasta que el grupo empresarial Lucci los deje en paz. Desde hace 10 años, las 13 familias del lugar -ubicado en la comuna de San Pablo- denuncian una persecución para que abandonen sus tierras y esa firma pueda realizar allí la ampliación del Country San Pablo Golf. Las maniobras para que esto suceda fueron varias, según cuentan. Al principio, dicen, recurrieron al envenenamiento de sus animales. Luego intentaron aislarlos instalando un portón en el camino vecinal y, por último, dejándolos sin agua.

Javier Rearte, uno de los vecinos, contó que la falta de agua comenzó en 2015 cuando el grupo empresarial realizó el desvío de un cauce natural que alimentaba los tres aljibes de la comunidad, indicó.  Así la empresa empezó a proveer de agua al country y alimentar el sistema de riego de la cancha de golf. “Hasta el día de hoy no hay agua. Cada semana mandan una cisterna, sino debemos juntar el agua de lluvia”.

Ante la ausencia de las autoridades de San Pablo, es el municipio de Yerba Buena el que aporta la cisterna. “Tienen conocimiento de esto; les presentamos notas, pero no hay respuesta”, agregó Rearte. Él y sus vecinos tienen la esperanza de que la Justicia falle a su favor. Cada familia está en juicio con los Lucci. El año pasado se dictaminó la posesión legítima de las tierras a tres de ellas, pero la medida fue apelada como parte de una estrategia de dilatación que pretende que los vecinos se cansen y abandonen el lugar.

Un poco de historia

La colonia surgió en los años 60, cinco años después de la fundación del Ingenio San Pablo; en ella construyeron sus casas los empleados de la fábrica. Su nombre hace referencia al capataz que coordinaba la cuadrilla, tal como solía pasar en cada colonia de trabajadores. En 1996 el ingenio cerró definitivamente y, al venderse, se firmó un acta acuerdo que establecía respetar esas tierras, que serían reescrituradas para que cada familia adquiriera la posesión legal. El documento fue firmado entonces por el secretario general del Sindicato de Obreros de San Pablo, los nuevos propietarios del ex ingenio y miembros del gobierno.

Tiempo después, esas tierras fueron adquiridas por Vicente Lucci para la siembra de caña. Al fallecer este, sus hijos proyectaron un gran negocio inmobiliario que no tenía prevista la resistencia de los vecinos. En un principio los empresarios les ofrecieron reubicación y dinero; luego comenzó un hostigamiento a partir del cual algunos aceptaron la oferta y accedieron a irse.

Nada nuevo

Para llegar a sus casas, las familias denunciantes deben ingresar por la portería del country. Hace unas semanas, sin embargo, el personal de seguridad prohibió la entrada de personas externas ,como familiares y amigos. “En época de feria (judicial) ellos atacan de esa forma porque saben que no hay abogados ni nadie que pueda intervenir. Y la policía de la zona, que le es obsecuente porque también trabaja para el country, no nos da respuesta. Ahí está otra de las partes corruptas de esta cuestión. Estamos tratando de resolverlo, hicimos la denuncia en la comisaría y el abogado tendrá que intervenir para lograr el ingreso de nuestros familiares y amigos a la colonia”, explicó Javier.

Algo parecido había sucedido en 2013 cuando los propietarios del country cerraron con candado el camino vecinal, con la instalación de un portón que se cerraba a las 22. Quienes no llegaban a sus casas antes de ese horario, quedaban en la calle hasta el día siguiente. Finalmente la Justicia dio curso a un amparo para que se levantara esa restricción.

“La gente quiere seguir viviendo tranquila, no cambia su casa por nada. Aquí está la cuarta generación de nuestras familias. Ya vivimos en forma precaria, e intentan precarizarnos aún más para que nos vayamos -indicó Rearte-. Yo hasta que me muera voy a estar acá”.