“La memoria no se rinde”: homenaje a la familia Rondoletto

“Aquí, cerrando una etapa para mi vida y la de mi familia”, dice Marta Rondoletto mientras abraza y se deja abrazar. Ahí, en el Bosque de la Memoria, en el cerro San Javier, la militante que para muchos es maestra y guía, recibe el cariño y el reconocimiento a su lucha. Decenas de personas entre familiares, compañeros de militancia y sobrevivientes, la acompañan en este acto en el que las cenizas de María Cenador, Jorge, Pedro y Silvia Rondoletto, fueron liberadas.

Marta acepta decir unas palabras. Se emociona cuando habla, reniega porque se cuelan algunos olvidos. Junto a ella están su compañero de vida, sus hijos y su nieto, pero también está toda esa familia que se construyó en tantos años de lucha. Porque Marta, además de periodista y docente, es una de las indispensables militantes por los derechos humanos. Buscó a los suyos y a los de otros. Sigue buscando sin descanso, entre esas personas, a su sobrino o sobrina, que posiblemente haya nacido en cautiverio. Porque Azucena Bermejo -esposa de Jorge- estaba embarazada aquel 2 de noviembre de 1976, cuando se la llevaron junto a sus suegros, su cuñada y su esposo.

Durante el encuentro, el hijo de Oli Martínez, hija de Marta, compartió una carta donde el amor, la ausencia y la memoria se entrelazan como fuerza viva de resistencia:

“Hoy, después de tanto andar, sus restos regresan a esta tierra. No como un final, sino como un comienzo. Ser liberados en un lugar donde la vida no se detiene, donde el monte respira memoria y el viento repite sus nombres”

Fotos: Alejandro Sarmiento