Gatillo fácil: a cinco años del crimen de Ceferino Nadal, su familia busca justicia
/Imagen: Ceferino Nadal
Cinco años después de su muerte, este lunes comienza el juicio por el crimen de Ceferino Nadal, el hombre de 43 años que falleció el 24 de junio de 2020, tras ser reducido por efectivos policiales en pleno centro de San Miguel de Tucumán. Su esposa, Karina Rodríguez, encabeza desde entonces el reclamo de justicia por un hecho de gatillo fácil ocurrido durante el aislamiento por la pandemia. El caso se enmarca como violencia institucional, una problemática que las organizaciones de derechos humanos denuncian desde hace años.
La primera versión sobre la causa de muerte, la oficial, resultó ser una mentira. El informe policial inicial sostuvo que Nadal había sufrido un infarto, pero la autopsia preliminar lo desmintió: los médicos forenses determinaron que el hombre “sufrió en vida la compresión violenta del cuello, lo que produjo una asfixia de tipo mecánica”.
Ante estas contradicciones se realizó una junta médica interdisciplinaria —integrada por peritos del Cuerpo Médico Forense, de la Universidad Nacional de Tucumán y del Hospital Padilla— para analizar las discrepancias entre los distintos informes. En la autopsia se hallaron signos compatibles con una fuerte presión sobre el cuello. El análisis anatomopatológico confirmó, además, que Nadal tenía una cardiopatía preexistente que, sumada al estrés, la persecución y la compresión ejercida por los policías, desencadenó un paro cardíaco fatal.
Era junio de 2020. En mayo de ese mismo año, en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad estadounidense de Mineápolis, George Floyd había sido asesinado por la policía. Murió por asfixia provocada por un agente que, tras esposarlo y ponerlo boca abajo, lo presionó contra el pavimento con su rodilla apoyada sobre el cuello de Floyd durante 8 minutos y 46 segundos. El hombre, mientras era detenido, repitió varias veces que no podía respirar.
Ceferino fue detenido en la esquina de Crisóstomo Álvarez y Congreso. El empleado de un supermercado lo acusó de haber robado una gorra. Al intentar detenerlo, varios policías lo persiguieron y lo redujeron en el suelo. Testigos señalaron que uno de los efectivos presionó con la rodilla su cuello. Nadal decía que no podía respirar. Las imágenes posteriores muestran que los policías intentaron reanimarlo antes de trasladarlo al Hospital Padilla, donde llegó sin vida. En videos incorporados a la causa, se lo escucha decir: “Yo no tengo nada, revisame”, mientras pide que le devuelvan su celular.
Foto; Eugenio Vallvé | La Palta
“Ceferino no se murió, lo mataron”, repite Karina que espera que durante el juicio se conozca la verdad. La causa está caratulada como “homicidio con dolo eventual”, aunque la familia de la víctima reclama que sea considerada homicidio doloso porque entienden que el accionar policial fue consciente y violento. “Él sabía lo que hacía, sabía a lo que se atenía y lo siguió haciendo igual. No le importó nada”, afirma la esposa de Ceferino. “Queremos que esto se juzgue como lo que fue: un asesinato cometido por quienes tenían que cuidarnos”, remata.
Rodríguez relató además las dificultades que enfrentaron para que la causa no fuera archivada: “la archivaron seis veces. Querían sobreseer al policía nueve veces, pero no pudieron. Nos costó años llegar a esta instancia”. Está previsto que la audiencia se extienda del 10 al 14 de noviembre, período en el que se presentarán los testimonios de testigos y efectivos policiales.
De los seis policías involucrados, solo uno llega como imputado. Se trata de Cristian Gómez quien, en su declaración indagatoria, habría reconocido que colaboró con su compañera poniendo la rodilla.
“Lo torturaron en plena vía pública. Fue una dura lucha de años, pero no perdemos la fe en que haya justicia. Queremos que los responsables sean condenados, no encubiertos”, dice Karina. El proceso judicial se reanudará del 17 al 19 con los alegatos y la sentencia. Para entonces, la familia espera que el fallo judicial siente un precedente frente a la impunidad policial que se repite en casos como los de Facundo Ferreira y Miguel Reyes Pérez. “Todavía creo en la justicia, pero necesitamos que escuchen y no hagan la vista gorda. Aquí los seis son culpables”, insiste Rodríguez.
