Israel y Palestina: de guerras, inocencias y otredades

La cultura es una especie de teatro en el cual se enfrentan distintas causas políticas e ideológicas. Lejos de constituir un plácido rincón de convivencia armónica, puede ser un auténtico campo de batalla en el que las causas se expongan a la luz del día y entren en disputa unas con otras
— Edward Said, crítico y teórico literario y musical, y activista palestino-estadounidense.

Foto de AP

Hablar del conflicto entre Israel y Palestina es complejo. No solo por el carácter religioso y político que implica su historicidad, sino también por la sensibilidad que despierta la cantidad de víctimas civiles que se cuentan alrededor de esta disputa. Tal como lo planteaba Ignacio López Isasmendi en esta nota de La Palta del año 2014, la historia de Palestina e Israel es una historia de injusticias y nacionalismos exacerbados (con intereses extranjeros claros y el soporte de imperios, como el británico).

Sin embargo, es importante hablar sobre las víctimas de este conflicto. Víctimas que en su mayoría son ciudadanos civiles y no militares del ejército de Israel o milicianos palestinos. Por ello, no se puede hablar de guerrilla o defensa de territorio. Por ello, estos actos se consideran crímenes de guerra.

A la luz de los acontecimientos del pasado 7 de octubre de 2023, donde Hamás, organización política y paramilitar de Palestina, realizó ataques a Israel por tierra, aire y mar, generando más de 1.200 muertes de ciudadanos israelíes y provocando la declaración oficial de guerra de Israel hacia Palestina, es importante tomar un poco de distancia y poner la cuestión humanitaria como primera medida. Exigir justicia por estas víctimas civiles israelitas, como así también por las más de 1.100 personas fallecidas en Gaza (Palestina) y por todas las personas heridas en ambos territorios. Este, bajo el contexto de octubre de 2023, debe ser el principal reclamo, junto con el cese de los ataques y un acuerdo de paz. Recién luego se puede pensar el abordaje político e ideológico sobre el cual se viene discutiendo desde mediados del siglo XX en organismos internacionales.

Y es que hubo fracasados intentos de poner fin al conflicto, como los Acuerdos de Oslo, firmados en 1993, con el objetivo de iniciar un proceso de paz a lo largo de cinco años. En aquel entonces, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció por primera vez al Estado de Palestina. Sin embargo, este acuerdo y este proceso de paz nunca se consiguió. Luego, en el 2000, se intentó nuevamente un transcurso hacia la paz con los Acuerdos de Camp David, aunque tampoco tuvieron éxito.

Foto de Ignacio López Isasmendi | La Palta

Breve historicidad del conflicto

Después de la guerra de la Independencia, en 1948, Israel ocupó casi la totalidad del territorio en disputa, excepto por Cisjordania y la Franja de Gaza. Fue a partir de una resolución de la ONU y a pedido de Reino Unido, que el territorio se dividió en dos estados: uno árabe y otro judío. Y fue a partir de esta resolución de Naciones Unidas, en 1947, que se consideró la existencia internacional del Estado de Israel.

Ahora bien, ¿por qué ese territorio? Por una cuestión religiosa. Jerusalén y el territorio en el que se erigía el estado de Palestina son considerados por el judaísmo como la tierra prometida. Por ello, las primeras migraciones de judíos se registran desde 1881, pero a lo largo del tiempo y sobre todo a partir de la persecución nazi, las oleadas de migrantes judíos hacia Palestina fueron más frecuentes.

Para los palestinos, la guerra de la Independencia fue la Nakba (que significa desastre o catástrofe). Luego de este hecho, se produjo la mayor expulsión de población árabe del territorio. Según informes de Naciones Unidas y Amnistía Internacional, “entre 700.000 y 750.000 palestinos y palestinas fueron expulsados de sus hogares, perdieron sus tierras y se convirtieron en refugiados en países árabes vecinos, o desplazados en Gaza y Cisjordania”.

Foto de Ignacio López Isasmendi | La Palta

Los sí y los no de las noticias sobre el conflicto

Como sucede cada vez que estalla una guerra, los medios de comunicación toman partido, generan preocupación y realizan una recarga de información donde se infiltran noticias falsas. Esto produce lo que se conoce en sociología como “la construcción de la otredad”: señalar un culpable, repudiarlo mediáticamente y simplificar el conflicto a una cuestión de buenos y malos, como si toda la historia política, religiosa y cultural que incluye el tema no existiera. Por eso aquí se aclaran algunos de los sí y los no de lo que se dice:

Hablemos de crímenes de guerra: atacar deliberadamente a civiles, llevar a cabo ataques desproporcionados y ataques indiscriminados que causan la muerte o hieren a civiles son crímenes de guerra. Además, atacar deliberadamente a ciudadanos civiles son considerados actos terroristas, puesto que no se trata de un ataque entre milicias.

Fake news: se debe tener especial cuidado con la información y las imágenes que rondan por la web. No se debe compartir todo lo que se ve y se debe preservar la identidad, dignidad y privacidad de las personas afectadas. Por ejemplo, en los últimos días se viralizó el hecho de que Hamás estaba decapitando bebés, enjaulaba niños y había violado y asesinado a una modelo alemana(*). Todas estas noticias son falsas y es importante aclararlo.

Las muertes son muertes: los ciudadanos civiles no son responsables de los conflictos históricos y políticos, ni de las decisiones internacionales que se ejercen sobre sus Estados. Todas las víctimas civiles de los ataques de Hamás, como así también de los bombardeos y ataques del Estado de Israel, merecen justicia, condena y reparación por parte de los entes judiciales nacionales o internacionales correspondientes.

Terrorismo y otredad: señalar que una etnia, cultura o religión es sinónimo de terrorismo, es discriminatorio, racista y xenófobo, por lo tanto, este tipo de señalamientos deben ser repudiados. No se trata de definir la disputa en términos de buenos ni malos, ni de reducir el discurso a un “nosotros” y un “ellos u otros”. Como países ajenos al conflicto debemos impulsar el diálogo, el consenso y el cese de los ataques por parte de ambos estados, sean ejércitos o milicias, y el posterior enjuiciamiento a los responsables de los crímenes de guerra. Además, se debe condenar todo tipo de apartheid o avasallamiento hacia los derechos de las personas y los pueblos, para evitar que estas acciones o hechos se repitan en otros territorios.

Justicia, no venganza: la respuesta de un Estado organizado ante ataques terroristas no puede ser el ataque indiscriminado hacia una población civil. Estos actos son considerados, según el derecho internacional y de acuerdo a las circunstancias, como crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado.

 

*Más información sobre estas noticias:
- En
este artículo de Chequeado.com se explica la trama de la noticia respecto a la denuncia del asesinato de 40 bebés.
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En este video, la madre de la modelo expresa que su hija se encuentra con vida -en grave estado de salud- y exige al gobierno alemán la repatriación de la chica.
- Respecto a la foto de los niños enjaulados, se trata de un video compartido en TikTok días antes del ataque de Hamás y se ha comprobado que fue compartido por un usuario que publicó posteriormente otro TikTok de los niños. Este video está sacado de contexto y se solicita resguardar la identidad y privacidad los menores que aparecen en el video.