Ciencia argentina: de la soberanía al exilio

Fotografía de Elena Nicolay

La ciencia es soberanía. Y hacer ciencia es un derecho de todo país para alcanzar el desarrollo tecnológico, educativo, cultural y económico. En Argentina la calidad de investigadores que ofrecen las universidades nacionales son motivo de orgullo. El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) es el organismo principal que se dedica a promover y sostener el desarrollo científico en Argentina, a diferencia de otros países donde la dependencia de este tipo de consejos de investigaciones no es tan grande debido a que cuentan con la posibilidad de sostener la soberanía científica desde las universidades o a través de instituciones privadas, como es el caso de Francia o España. Desde el año 2003, el Ministerio de Ciencia y Técnica de la Nación acompañó el crecimiento de la ciencia argentina e incentivó a los egresados universitarios a unirse como becarios CONICET, para luego pensar la posibilidad de continuar en carrera dentro del organismo. Las ciencias de la salud y biológicas fueron la prioridad, a las cuales siguieron las ciencias exactas y naturales y, en un tercer lugar, las ciencias humanas y sociales. Este compromiso del Estado dio resultado en la ciencia. En el año 2009 el CONICET se encontraba en el puesto 151 a nivel mundial del ranking SCImago que califica las instituciones más importantes del mundo en producción científica, mientras que para 2011 ya se encontraba en el 121 y para el 2014 llegó al lugar 79 de este ranking a nivel mundial. Esto fue posible, en parte, a partir del plan Argentina Innovadora 2020, que previó el impulso del desarrollo argentino a partir de las economías regionales, el fomento de la ciencia nacional en la sociedad a través de ferias científicas como Tecnópolis y el impulso al ingreso a la carrera científica a jóvenes investigadores. Para llevar a cabo todo esto se previó de un presupuesto que fue en aumento hasta el año 2014 y que sufrió leves caídas hasta 2016. Sin embargo, el Ministerio de Ciencia y Técnica hoy no brinda las posibilidades planteadas en el plan Argentina Innovadora 2020 que contemplaba el incremento del personal a un ritmo del 10% anual.

Los científicos argentinos se encuentran movilizados por la expulsión de investigadores de la carrera en el CONICET. En Tucumán, se exige la reincorporación de 500 becarios que, por decisión del Ministerio, serán reubicados en otras instituciones. Al mismo tiempo se dejó en claro que este año el cupo de becarios será menor y se priorizará la presencia de los investigadores en empresas haciendo foco en estudios de energía, ambientes sustentables, salud y agroindustrias. De esta manera se deja en claro que el apoyo será, en su mayor parte, a investigaciones que ayuden a la productividad y al mercado. Si se tiene en cuenta que la investigación en Argentina pasa fundamentalmente por el Estado y que la investigación que se hace en las empresas privadas es muy poca, parece positivo fomentar la ciencia desde las empresas privadas. “Lo que pasa es que el planteo que se hizo no es más que una cuestión enunciativa. La historia que tiene nuestro país a la vuelta de las empresas privadas muestra que estas no tienen absolutamente ningún interés en desarrollar proyectos de investigación propios. Y no van a tenerlo con la coyuntura económica en la que está nuestro país donde todos los días hay despidos”, explica Carlos Nieto, investigador en Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) dependiente del CONICET, dejando en claro que la investigación requiere tiempo y dinero para dar resultados a largos plazos, algo en lo que las empresas no están dispuestas a invertir. Por otro lado, la reubicación en las universidades tampoco parece la mejor solución “porque no existe la figura del investigador en la universidad. Por ejemplo, en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) o sos docente o sos no docente. Si sos docente puede que te dediques a hacer investigación, pero no existe el investigador solo. Por lo tanto, se tendría que hacer una modificación en el estatuto de la UNT para que esta persona tenga entidad”, dice Nieto.

La historia que tiene nuestro país a la vuelta de las empresas privadas muestra que estas no tienen absolutamente ningún interés en desarrollar proyectos de investigación propios.
— Carlos Nieto

Esta propuesta se lleva a cabo desde una comisión mixta de seguimiento para determinar en qué instituciones se reinsertarán los 500 científicos que quedaron fuera del CONICET. El miércoles pasado se realizó una concentración en la sede de Tucumán, donde los becarios y los investigadores se reunieron en asamblea para solicitar respuestas ante la reubicación de los expulsados. "Nosotros rechazamos eso y queremos que Tucumán sea representado en la comisión mixta de seguimiento. Ya sea de Tucumán o a nivel regional porque entendemos que cada provincia tiene una problemática distinta y, tal vez, en Buenos Aires es muy diferente a lo que se vive en provincias más chicas", dice Rocío Sánchez, becaria posdoctoral de CONICET, quien trabaja en el Instituto de Ecología Regional (Horco Molle). Después de los planteos de diciembre del año pasado, que dieron como resultado la salida de carrera de muchos investigadores, se conformó una Red Nacional de Afectados para encarar esta situación. Por eso, los científicos se mantienen en asamblea permanente y "el objetivo más importante es defender la ciencia", cuenta María Josefina Pérez Pieroni, arqueóloga del Instituto de Arqueología y Museo ISES (CONICET).

Para Carlos Nieto resulta interesante hacer un paralelismo con la situación en la que se encontraba la ciencia en la década de los 90: “Veo lo que en ese momento eran muchos años de abandono en el sistema científico del país”. Nieto se formó como científico en el extranjero y afirma que cuando volvió “había un cambio hacia lo positivo muy marcado”. Hoy, Carlos considera que los cambios negativos van de lo macro hacia lo micro. “Hay una tendencia hacia el achicamiento del sistema científico. Esto se ve en el recorte a los subsidios de investigación y los ingresos a la carrera”, expresa. Al mismo tiempo, el panorama para los jóvenes investigadores que desean ingresar a carrera en el CONICET no es el más esperanzador. Por eso, los científicos ponen sus esfuerzos en movilizar y mostrar a la sociedad la importancia del sostenimiento de la ciencia por parte del Estado.

La concentración del miércoles pasado tenía que ver con una convocatoria nacional ante la reunión de directorio del CONICET para tratar puntos del conflicto. En Tucumán se aprovechó para definir la elección de delegados y suplentes que representen a la provincia en la mesa de negociación. “Queremos un arreglo colectivo y rechazamos la exclusión de 19 compañeros que fueron quitados de la lista de prórroga de becas sin que ellos sean informados”, explica Pérez Pieroni ante la situación que lleva a que estos expulsados queden desempleados en abril. Además se consideró la necesidad de realizar actividades que acerquen a la sociedad el trabajo de los investigadores y la importancia de esta tarea. Así se organizó una jornada de lucha para el 1 de marzo a través de una feria de ciencias. 

Sin presupuesto claro, sin un Estado que banque la ciencia y sin jóvenes becarios que vean en la investigación una salida laboral, la ciencia argentina muestra un camino de incertidumbres. Con la productividad como objetivo y la selección de “científicos útiles”, la ciencia vuelve a mirar hacia afuera y empieza a armar las valijas en buscar de becas que permitan potenciar el conocimiento argentino en tierras ajenas.